Sacos de dinero en el aeropuerto de
Kabul, una ventanilla estratégicamente ubicada justo antes del puesto de
inmigración en Antigua, y un par de líneas de código de software en un banco en
la República Dominicana: todos estos hechos aparentemente inconexos forman
parte del problema mundial de lavado de dinero y están vinculados a fallas del
sector financiero que causaron daños económicos reales a ciudadanos honrados en
los países afectados.
El lavado de dinero transforma insumos
ilegales en productos supuestamente legítimos, haciendo que las ganancias de delitos
como fraude, robo y tráfico de drogas parezcan fruto de trabajo honrado, como
por ejemplo cuentas bancarias, inmuebles y bienes suntuosos de apariencia
legítima. Así los delincuentes pueden disfrutar del producto de sus delitos y
vivir vidas disimuladas. Además, pueden usar los activos lavados para ampliar
sus actividades delictivas e incrementar su riqueza y su poder, incluso
corrompiendo a autoridades políticas y policiales para obtener su protección.
El lavado de dinero existe porque hay
fraude, delitos tributarios, especulación ilegal, tráfico de drogas, corrupción
y, en general, delitos generadores de ganancias. Dada la estrecha relación
entre el delito que produce las ganancias y el lavado de esas ganancias, es muy
difícil separarlos, pese a que jurídicamente los dos actos se tratan de manera
independiente. El lavado de dinero es un componente básico de todo delito
generador de ganancias, ya que si el dinero no se lava el delito no es
rentable.
Cuando el delito subyacente —o
determinante— es algo como el tráfico de drogas, los costos sociales son
enormes y visibles. Pero los costos sociales y económicos de los delitos de
cuello blanco —desfalco, evasión fiscal, uso indebido de información
privilegiada y fraude bancario— son menos obvios, pero también pueden ser muy
elevados.
CASOS BANINTER Y OTROS CASOS SONADOS
RECIENTEMENTE
En la República Dominicana, personas
relacionadas con el Banco Intercontinental, el segundo banco privado del país,
fraguaron un complejo plan para saquear los activos del banco. Se prestaron
dinero a sí mismas y obtuvieron préstamos de terceros con fondos del banco,
ocultando estos activos improductivos en una contabilidad paralela.
Todos los días, durante 14 años, un
programa de contabilidad automático “conciliaba” los libros del banco
transfiriendo activos y pasivos reales entre los dos sistemas para aparentar la
solvencia del banco “visible”. Por ejemplo, los préstamos improductivos a
partes relacionadas se eliminaban de los activos formales del banco junto con
ciertos pasivos de contrapartida, como un grupo de certificados de depósito a
largo plazo que pasaría inadvertido. Al día siguiente el programa devolvía esos
pasivos a los libros y seleccionaba otros pasivos de contrapartida para ocultar
los activos deteriorados.
Cuando el fraude finalmente salió a la
luz en el año 2003, “BANINTER” (como se conocía al Banco Intercontinental) y
dos bancos comerciales relacionados fueron objeto de un rescate público a un
costo equivalente a 21% del PIB del país. Los costos sociales y económicos
fueron mucho mayores: una rápida depreciación del peso de aproximadamente 65%
provocó una inflación altísima y una grave erosión de los ingresos reales.
Alrededor de 1,5 millones de dominicanos (un 16 % de la población) cayeron por
debajo de la línea de pobreza tras la crisis bancaria, y 670.000 entraron en
una situación de pobreza extrema.
Por ejemplo, en agosto de 2010, en
Afganistán cuando el gobierno reemplazó la gerencia del mayor banco privado del
país, el Kabul Bank, los depositantes retiraron más de US$200 millones en un
pánico bancario que puso en peligro la frágil estabilidad financiera y política
del país. El banco, dueño de la mayor red de sucursales del país, se encargaba
de pagar a las fuerzas de seguridad y a otros funcionarios públicos, con lo
cual el riesgo de su colapso cobró interés a nivel estatal. Detrás de estos
hechos había una historia de préstamos sin intereses a personas relacionadas
con el banco y con el medio político, inversiones inmobiliarias ilegales en el
extranjero y vuelos misteriosos de Kabul a Dubai de aviones cargados de dinero;
o sea, lavado de dinero a 10.000 metros de altura. Una investigación posterior
reveló una malversación de fondos del banco de más de US$900 millones, o más de
5% del PIB y 50% del presupuesto público del empobrecido país. A octubre de 2011, más de un año después de que el gobierno
tomara control del banco, las autoridades habían recuperado tan solo una
fracción del dinero, y de momento nadie ha sido condenado. Hasta la fecha, el
banco central de Afganistán ha gastado casi US$1.000 millones para rescatar al
sector bancario; una suma enorme para un país tan pobre.
En Antigua y Barbuda la historia fue
diferente, pero las consecuencias para esta pequeña economía insular también
fueron graves. El estafador estadounidense Allen Stanford organizó una pirámide
Ponzi masiva para vender certificados de depósito de “alto rendimiento” de su
banco basado en Antigua a inversionistas ingenuos en Miami y otros lugares
(véase “Los peligros de los Ponzis” en la edición de F&D de marzo de 2010).
Los supuestos altos rendimientos desde luego que no eran el resultado de una
mística estrategia de inversión desconocida por los otros bancos.
Más bien, las contribuciones de
inversionistas posteriores se utilizaban para pagar a inversionistas previos,
excepción hecha de los US$1.600 millones que se desviaron para financiar un
lujoso estilo de vida para Stanford, incluido un fideicomiso especial en las
Islas Cook denominado “Baby Mama Trust” a favor de la madre de dos de sus
hijos. Mientras corrompían a funcionarios, Stanford y sus socios lavaban dinero
movilizando millones de dólares de EE.UU. obtenidos fraudulentamente de cuentas
fuera de Estados Unidos a varias cuentas dentro de ese país.
¿Y la ventanilla bancaria? No era más
que un método conveniente para que los mensajeros provenientes de Miami que
llegaban con efectivo o cheques para depositar no tuvieran que registrar sus
desplazamientos en el sistema inmigratorio del país. La ventanilla les permitía
bajarse del avión, hacer el depósito y volver a la sala de tránsito a esperar
su vuelo de regreso a su país.
Como era de esperar, la pirámide se
desmoronó en 2009 y arrasó con el banco de Stanford y casi con el resto de la
economía de Antigua, país que dependía del crecimiento de una entidad que
constituía el mayor empleador de la isla. Ese año el PIB de Antigua se contrajo
9,6%; el banco central regional asumió el control del Banco Central de Antigua
y le otorgó un préstamo equivalente a 3% del PIB del país. A la larga Antigua
necesitó un programa de US$118 millones apoyado por el FMI. En marzo de 2012,
Stanford fue condenando por haber estafado a 30.000 inversionistas en 113
países.
Ver articulo relacionados:
MANO
SUCIA DE ODEBRECHT Y PETROBRAS
http://focusecuador.net/2015/07/24/la-mano-sucia-de-odebrecht-y-petrobras/
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REPDOM PARAISO DE IMPUNIDAD
INTERROGANTES SIN REPUESTA LA LIQUIDACION BIENES DE BANINTER
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IMPORTANTES AUDITORIA FORENCE BANINTER
http://ramonf2004.blogspot.com/2013/12/revelaciones-importantes-auditoria.html
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EN LA QUERELLA CONTRA EL SENADOR REY MIDAS
https://www.unmaskthecorrupt.org/#section-contest
LA
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http://ramonf2004.blogspot.com/2013/07/politicos-dominicanos-yo-te-doy-tu-me.html
https://www.youtube.com/watch?v=jPMGo-itcy8&feature=youtu.be
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