Turpén en los tribunales
mayo 13, 2014 10:34 am -
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¡Qué falta hace el profeta Harold Priego ahora que Turpén llega
a los tribunales de la República! El genial caricaturista fue el
mecanismo que utilizó el pueblo para transmitir su sabiduría. Harold
supo dar imagen a los funcionarios que encabezaban la corrupción y la
desvergüenza en los gobiernos de Leonel Fernández Reyna. Hay que
reconocerle al Presidente del Partido de la Liberación Dominicana la
efectividad momentánea del blindaje que creó en sus años de gobierno
para evitar que él y sus funcionarios corruptos pudieran llegar a juicio
de fondo por sus probables actos delictivos mientras ejercieron el
poder. Hasta ahora, aparentemente, les ha ido bien en esa perversidad.Pero ese mecanismo lleva en sí el germen de su propia destrucción. De ahílo momentáneo y circunstancial de su corta existencia. Es cuestión de tiempo, muy poco tiempo, el que transcurrirá antes de que la máscara de ese mecanismo de corrupción se desacredite aún más y queden evidenciados como delincuentes todos los que ahora aparentan ser grandes señores de la política. Porque el proceso de desmoronamiento de esa trama va progresando lenta y sostenidamente. En la medida que surjan denuncias desde la sociedad honesta, se les irán agotando los jueces titulares y los jueces sustitutos que acostumbran engavetar los expedientes. Y se quedarán sin fiscales ni ayudantes de fiscales a cargo de preparar defectuosamente los expedientes presentados ante los tribunales para que los funcionarios enjuiciados salgan en libertad por falta de pruebas.
Y en la medida que el reclamo popular insista en que debe haber transparencia en la administración del estado, los jueces de las altas cortes, los perversos (no los serios que de esos también hay) van a quedar evidenciados como piezas de la perversa maquinaria implantada como bomba de tiempo por Leonel Fernández. Escribir sobre el enriquecimiento de los políticos a partir del Estado me costó la erradicación del medio donde publiqué mis artículos durante treinta años, toda una generación humana. Pero hay que seguir denunciando para impedir que el proceso histórico de enriquecimiento desde el Estado se repita, generación tras generación, como ha venido sucediendo hasta ahora.
De los corruptos en los gobiernos de Leonel Fernández y de la plumilla de Harold Priego fue de donde salieron los personajes Turpén y su amante preferida, Yuleidis, quienes están vigentes en los tribunales de la República. Ahora Turpén y los otros Turpenes que esperan por su turno de visita a los tribunales, viven aterrados porque los juicios públicos, orales y contradictorios no son atractivos. Además, el constante escrutinio público impide que puedan darse las asistencias de Turpén y sus cachanchanes a los juegos de baloncesto de la NBA de Estados Unidos en un avión de matrícula estadounidense que los espera hasta que termina su presencia al borde del tabloncillo, junto a las Yuleidis de aquellas tierras americanas.
Lo interesante de este pre juicio del Turpén que ahora presenciamos, es que van evidenciándose los prejuiciados jueces y fiscales. Van surgiendo los tradicionales abogados defensores delos corruptos, perdón, presuntos corruptos, que, por unos dólares más, alegan cuanta chicana pudieran inventarse para evitar que excaven muy profundo hasta encontrar el origen de sus fortunas mal habidas. Pero las arenas movedizas de la opinión pública se los van tragando. De hijo de guardia pobre o desde una sastrería pueblerina no se puede saltar al mundo de la opulencia sin que se evidencie su delito. Delito que acentúan al no esconder el producto de su robo sino al enrostrarlo a quienes pagan impuestos religiosamente cada vez que compran una libra de arroz.
Pero que nadie se descuide. Los corruptos no son bobos. Que nadie se llame a engaños creyendo que va a encontrar papeles comprometedores que los incriminen en su delito. Eso va a dar brega porque los que los sustituyeron quizás no son igual que sus predecesores en cuanto a honestidad, pero nunca tomarán una iniciativa para que se castigue la corrupción de sus compañeros del Comité Central del Partido.
Por eso es que ahora sentimos con dureza la falta que nos hace Harold Priego con sus caricaturas que transpiraban sabiduría popular y creaban conciencia para que no cedamos espacio alguno, ni siquiera una grieta, por donde pudieran salir exonerados de culpa los corruptos como Turpén y sus Yuleidis,
cuyo disfrute pagamos la mayoría de los dominicanos con nuestros impuestos y contribuciones
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