La cárcel o Danilo
La ecuación era simple: La cárcel o Danilo.
La advertencia la dejó implícita el candidato opositor Hipólito Mejía en su lucha contra la corrupción que, según organismos internacionales, le cuesta al país entre un 3 y un 5% del Producto Interno Bruto, es decir, alrededor de cien mil millones de pesos, que multiplicados por 8 años suman 800 mil millones, suficiente para llenar de escuelas y hospitales el territorio nacional.
Leonel Fernández prometió invertir el fardo de la prueba, de tal manera que los funcionarios tendrían que demostrar la procedencia de sus bienes ante la justicia. Hizo lo contrario: protegió el fardo de la prueba para permitir la acumulación de capitales mientras inhabilitaba la justicia para garantizar impunidad a los corruptos…
Hipólito prometió acabar con la corrupción pública. Dijo que así como hay banqueros presos, también habrán políticos presos. Es tiempo de acabar con la impunidad. El sindicato de bandoleros del Palacio Nacional tiene que salir del poder, sentenció.
Eso no sólo asustó a los políticos del PLD, convertidos en prósperos empresarios, sino a los empresarios del sector privado favorecidos con la prevaricación. También entraron en pánico los llamados poderes fácticos, altamente beneficiados con la corrupción. Todos se unificaron para impedir que Hipólito llegara al poder. Era un asunto de vida o muerte.
En principio la gerencia de la corporación económica PLD no quería que Danilo fuera el candidato. A regañadientes, aceptó la candidatura de Danilo. Pero con la condición de llevar a Margarita como vice. Ella es su salvoconducto. Ante cualquier eventualidad (¿?) ella sería la presidenta de la República.
La impunidad está garantizada. Con Hipólito el sindicato de bandoleros terminaría en los tribunales y en la cárcel. Con Danilo la impunidad está garantizada. ¿O no, Danilo?
¡Nunca como ahora he querido estar equivocado! ¡Lo juro por mi madrecita muerta!
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