La corrupción en la sociedad dominicana se manifiesta en sus cuatro modalidades:
Si la corrupción es un crimen, la impunidad es abominable, puesto que crea la cultura para que la corrupción se amplíe y prospere, carcomiendo la vida institucional del país.
A partir de agosto del 2012, el Ciudadano Presidente de la República Danilo Medina, creó lo que vendría a ser un marco normativo. Creó el Código de Pautas Éticas y mediante el Decreto 486-12, crearía la Dirección General de Ética e Integridad Gubernamental y firmaría el Protocolo por la Transparencia e Institucionalidad en la República Dominicana; al mismo tiempo evacuaría el Decreto 499-12 relativo a la austeridad y en su discurso de toma de posesión, en la página 6, señaló lo siguiente: “En la familia, en las relaciones humanas y en la política el ejemplo es el acta de fe fundamental. Yo que siempre he sido un jefe de familia amantísimo, pero exigente, seré un jefe de estado firme, austero, pero amoroso. Amoroso con los buenos, los honestos y los humildes. Yo les aseguro, que desde la Presidencia de la República, garantizaremos la transparencia, elevaremos la calidad del gasto público y avanzaremos firmemente, hacia una gestión pública austera, cada vez más profesional y efectiva”.
Más adelante, abordaría “Nuestro gobierno será intolerante con actos de deshonestidad o de despilfarro de los recursos. Fortaleceremos los instrumentos institucionales para su prevención, corrección y sanción”
Ese es el enorme paraguas, la dimensión de la enormidad de una sombrilla que trata de validar y entender el drama, el desafío gigantesco que implica reducir la corrupción en la República Dominicana, donde actualmente, su peso significa alrededor del 5% del Producto Interno Bruto.
Hay esfuerzos de una parte del funcionariado del tren gubernamental en hacer las cosas de acuerdo a la ley. Se dan pasos concretos en lo relativo a las compras, para respetar la Ley 340-06; se perciben menores escándalos de corrupción en los medios de comunicación que años anteriores.
No obstante, el Gobierno no ha seguido dando continuidad al Proyecto de Iniciativas Anticorrupción (IPAC), que se comprometió tanto en el Protocolo por la Transparencia, como en la creación de la Dirección de Ética e Integridad Gubernamental.
Lo que ha posibilitado que en el imaginario colectivo del dominicano siga prevaleciendo la percepción de la corrupción, fue el discurso del Presidente en el mes de Diciembre, donde llamó a no tirar piedras hacia atrás, lo cual reforzó el famoso borrón y cuenta nueva; en otras palabras, LA IMPUNIDAD. La impunidad es el caldo de cultivo para seguir haciendo las cosas de manera inadecuada, para que el comportamiento desviado, vía la corrupción se mantenga y para que el desequilibrio del poder prevalezca por las vías no institucionales.
Más que los escándalos en los medios, lo que podemos ver, como un factor de corrupción, es como los gastos corrientes personales vía nóminas, han aumentado en más de un 15% con respecto al 2012. Actualmente, tenemos más de 25,000 empleados en el tren gubernamental que no existían en agosto del 2012; lo que significa que vía el clientelismo, la corrupción se ha institucionalizado a través de mecanismos “legales”. Los Viceministros, no existen en su denominación; empero, siguen cobrando, con otros nombres: Asesores, Consultores y han creado otros puestos para validar a los exviceministros.
Recientemente el representante del Banco Mundial en nuestro país, Benjamin McDonald, señaló que nuestro país es de toda la región, el que acusa mayor frecuencia en sobornos y en desvíos del presupuesto público; y, en la última encuesta de clima empresarial que elabora la Asociación de Industrias, se establece que la República Dominicana ha descendido en el clima de inversión.
Finalmente, Transparencia Internacional puso en circulación su última edición del 2013 acerca del Índice de Transparencia, donde la República Dominicana obtuvo el lugar 123 de 177 países y el lugar 25 de 32 países, donde obtuvimos 29 puntos de 100. Esto implica que en el Índice de Percepción descendimos 3 escalones.
El peligro de las percepciones, sobre todo, de organismos internacionales, es que vivimos un mundo global y ello repercute negativamente en el país, para las inversiones y para la problemática de la seguridad. Además, el gran dilema de las percepciones es que cierta o no, llevan a las personas a tomar decisiones.
De ahí, que el Gobierno debe hacer hincapié en la problemática de la impunidad, que es la que encierra la motivación para que se sigan haciendo las cosas de manera no institucional, perjudicando el erario público y con ello a toda la sociedad. Ya lo decía un abogado internacional, la impunidad es la madre de la soberbia y nosotros añadiríamos, el espejo referencial negativo que multiplica los desafueros que trae consigo la corrupción.
- Corrupción burocrática o administrativa;
- Nepotismo;
- Padrinazgo;
- Captura del Estado.
Si la corrupción es un crimen, la impunidad es abominable, puesto que crea la cultura para que la corrupción se amplíe y prospere, carcomiendo la vida institucional del país.
A partir de agosto del 2012, el Ciudadano Presidente de la República Danilo Medina, creó lo que vendría a ser un marco normativo. Creó el Código de Pautas Éticas y mediante el Decreto 486-12, crearía la Dirección General de Ética e Integridad Gubernamental y firmaría el Protocolo por la Transparencia e Institucionalidad en la República Dominicana; al mismo tiempo evacuaría el Decreto 499-12 relativo a la austeridad y en su discurso de toma de posesión, en la página 6, señaló lo siguiente: “En la familia, en las relaciones humanas y en la política el ejemplo es el acta de fe fundamental. Yo que siempre he sido un jefe de familia amantísimo, pero exigente, seré un jefe de estado firme, austero, pero amoroso. Amoroso con los buenos, los honestos y los humildes. Yo les aseguro, que desde la Presidencia de la República, garantizaremos la transparencia, elevaremos la calidad del gasto público y avanzaremos firmemente, hacia una gestión pública austera, cada vez más profesional y efectiva”.
Más adelante, abordaría “Nuestro gobierno será intolerante con actos de deshonestidad o de despilfarro de los recursos. Fortaleceremos los instrumentos institucionales para su prevención, corrección y sanción”
Ese es el enorme paraguas, la dimensión de la enormidad de una sombrilla que trata de validar y entender el drama, el desafío gigantesco que implica reducir la corrupción en la República Dominicana, donde actualmente, su peso significa alrededor del 5% del Producto Interno Bruto.
Hay esfuerzos de una parte del funcionariado del tren gubernamental en hacer las cosas de acuerdo a la ley. Se dan pasos concretos en lo relativo a las compras, para respetar la Ley 340-06; se perciben menores escándalos de corrupción en los medios de comunicación que años anteriores.
No obstante, el Gobierno no ha seguido dando continuidad al Proyecto de Iniciativas Anticorrupción (IPAC), que se comprometió tanto en el Protocolo por la Transparencia, como en la creación de la Dirección de Ética e Integridad Gubernamental.
Lo que ha posibilitado que en el imaginario colectivo del dominicano siga prevaleciendo la percepción de la corrupción, fue el discurso del Presidente en el mes de Diciembre, donde llamó a no tirar piedras hacia atrás, lo cual reforzó el famoso borrón y cuenta nueva; en otras palabras, LA IMPUNIDAD. La impunidad es el caldo de cultivo para seguir haciendo las cosas de manera inadecuada, para que el comportamiento desviado, vía la corrupción se mantenga y para que el desequilibrio del poder prevalezca por las vías no institucionales.
Más que los escándalos en los medios, lo que podemos ver, como un factor de corrupción, es como los gastos corrientes personales vía nóminas, han aumentado en más de un 15% con respecto al 2012. Actualmente, tenemos más de 25,000 empleados en el tren gubernamental que no existían en agosto del 2012; lo que significa que vía el clientelismo, la corrupción se ha institucionalizado a través de mecanismos “legales”. Los Viceministros, no existen en su denominación; empero, siguen cobrando, con otros nombres: Asesores, Consultores y han creado otros puestos para validar a los exviceministros.
Recientemente el representante del Banco Mundial en nuestro país, Benjamin McDonald, señaló que nuestro país es de toda la región, el que acusa mayor frecuencia en sobornos y en desvíos del presupuesto público; y, en la última encuesta de clima empresarial que elabora la Asociación de Industrias, se establece que la República Dominicana ha descendido en el clima de inversión.
Finalmente, Transparencia Internacional puso en circulación su última edición del 2013 acerca del Índice de Transparencia, donde la República Dominicana obtuvo el lugar 123 de 177 países y el lugar 25 de 32 países, donde obtuvimos 29 puntos de 100. Esto implica que en el Índice de Percepción descendimos 3 escalones.
El peligro de las percepciones, sobre todo, de organismos internacionales, es que vivimos un mundo global y ello repercute negativamente en el país, para las inversiones y para la problemática de la seguridad. Además, el gran dilema de las percepciones es que cierta o no, llevan a las personas a tomar decisiones.
De ahí, que el Gobierno debe hacer hincapié en la problemática de la impunidad, que es la que encierra la motivación para que se sigan haciendo las cosas de manera no institucional, perjudicando el erario público y con ello a toda la sociedad. Ya lo decía un abogado internacional, la impunidad es la madre de la soberbia y nosotros añadiríamos, el espejo referencial negativo que multiplica los desafueros que trae consigo la corrupción.
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