viernes, 27 de septiembre de 2013

INSEGURIDAD CIUDADANA EN REPUBLICA DOMINICANA




Una delincuencia desde el poder



¿Barrios seguros? Esa es una mala palabra hasta en los más exclusivos centros residenciales del país. Apartamentos de lujo en Piantini, Bella Vista, Naco, Mirador Sur o la Esperilla, no se salvan de la delincuencia aun con guardias de seguridad día y noche. No faltan los robos a vehículos en los propios parqueos de esos edificios, asaltos y hasta asesinato a la llegada de los propietarios.

Los que suponen que están protegidos en sus torres de lujo porque ANAtienen hasta 3 guardias de seguridad por turno y pagan una fortuna de mantenimiento, están totalmente equivocados. La sofisticación y la alta profesionalidad de cierta categoría de delincuentes, traspasa cualquiera de esas medidas de seguridad y si se lo proponen, pueden penetrar hasta en FUNGLODE, que está más protegido que el Palacio Nacional. Recuerden al famoso Hombre Araña.

Han habido casos de mudanzas completa de un apartamento cuando sus dueños están en el exterior o de vacaciones, lo que obviamente se realiza con el apoyo de alguien dentro del edificio, sea de limpieza o de seguridad.

En las calles, los asaltos son cotidianos. Miles de ellos se dan cada minuto del día y la mayoría no son reportados. Motoristas arrancado cadena, celulares, relojes, carteras o lo que sea, es algo común en cualquier lugar y a cualquier hora, sin importar el trafico de gente. Lo peor es que un asaltante inconforme te mata en plena calle al no encontrar nada de valor. Total, no hay policías que te protejan ni medios para perseguir esos delincuentes baratos.

En los barrios pobres todos se trancan temprano porque ahí reina la ley de la selva y los policías son con frecuencia los principales delincuentes. Y si dices algo, eres persona muerta.

Los asaltos en mayor escala a bancos, comercios, gasolineras, cines y cualquier otro tipo de negocios, son también muy frecuentes y por lo general jamás atrapan a los culpables, mas sin hay mucho dinero por el medio para repartir.

Los parqueos son un peligro público. Si no te roban algo del vehículo, te asaltan entrando o saliendo, no importa si estas comprando en el supermercado, sacando dinero del banco, visitando una tienda, rezando en una misa o asistiendo a una reunión. Los guardias, que supuestamente cuidan esos lugares, nunca ven a nadie ni se dan cuenta de nada y siempre hay un letrero que dice "NO SOMOS RESPONSABLES POR ROBO EN SU VEHICULO". Meterse en ciertos parqueos subterráneos de los centros comerciales, es un suicidio.
Jamás vaya a un banco a sacar dinero sin ir con alguien que lo proteja ya que siempre hay muchos ojos esperando su salida para darle el zarpazo y pegarle un tiro.

Los robos de ganado y cultivo de cualquier tipo son una epidemia en el campo, donde no hay ninguna protección policial.  Muchos ganaderos y productores han abandonado sus actividades productivas por esa razón. También asaltan camiones en plena carreta y se roban la mercancía y el camión.

En los cementerios, los que entierran a sus muertos, rompen con un martillo el ataúd para que en la noche no saquen el cadáver y lo tiren en cualquier lugar para robarse el féretro. También roban esqueletos y cráneos para venderlos y no se sorprenda si compra alguna vez una mesa fabricada con huesos humanos y no de animales. Las iglesias y los curas tampoco se salvan de esta ola criminal.

La delincuencia también se ha extendido pavorosamente a los centros turísticos, sin excluir sus zonas residenciales como Pueblo Bávaro y Pueblo Punta Cana en Higuey, Casa de Campo en Romana, Metro, Guavaberry y otros residenciales de Juan Dolio, lo mismo que en Puerto Plata o Jarabacoa, sin dejar de mencionar un centenar de residenciales distribuidos en la zonas turísticas alrededor del país que sufren asaltos y robos cotidianamente al estar regularmente desocupadas.

Nadie se salva de esa delincuencia aun con seguridad privada, como tienen algunas casas de lujo, donde también se han dado robos espectaculares, crímenes y secuestros.

Obviamente, el robo mayor se da en las altas esferas del gobierno, donde la mayoría de los funcionarios está lavando oro con el dinero de los contribuyentes.  Y por eso da pena cuando apresan a insignificantes ladrones y los condenen por años, mientras los funcionarios que se han robado miles de millones desde sus posiciones en el gobierno, son una especie de iconos de la sociedad, que se mueven en ella como si fueran sus amos y señores.

Son alabados en las altas esferas sociales, inmune a todo por el poder que poseen y exaltados en revistas y otros medios, como las grandes figuras del acontecer nacional. Vivimos en un país podrido de gente podrida, que no le importa darle meritos a un reconocido ladrón siempre que este santificado por el poder.
La pregunta que debemos hacernos es la siguiente ¿Por qué preocuparnos tanto de esa delincuencia barata si no se combate la más cara y perniciosa? Jamás una sociedad ha logrado combatir el robo y el crimen con éxito, sin antes castigar ejemplarmente a los más notables ladrones enquistados en el poder o protegidos por el poder. Eso es hacer justicia desde el origen del mal.

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